Bajo la Lluvia

Publicado por Pahesol , domingo, 2 de mayo de 2010 19:56

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-Segunda parte-

“Esos rostros de perdida”

Era un fin de semana, Ximena -de 11 años entonces- fue a visitar a un amigo ese sábado, su madre estaba muy ocupada y no tenia a nadie con quien dejarla, como ya se tenia una relación amistosa con esa familia, decidió dejarla ahí un tiempo mientas iba a trabajar, en fin, al llegar a la casa, nadie le respondió, la puerta estaba abierta y Ximena le dio la señal a su madre de que todo estaba bien, entro a la casa y escucho el sonido de la regadera, la niña toco la puerta, otra vez nadie le respondió y la puerta se abrió sola, ahí estaba el, aun con la ropa de aquel día, bajo la lluvia de la regadera, en una posición tan menuda y con “esa cara de perdida”, el sonido del agua ocultaba el de sus gemidos y el agua sus lagrimas, como el era un poco albino, sus ojos se veían rojísimos, como si se le fueran a salir de la cara, ella se acerco lentamente, abrió la puerta corrediza y cerro la llave del agua, finalmente se agacho para ver mas de cerca su cara, sin poder soportar un solo segundo lo abrazo, puso su cabeza sobre su hombro y lo apretó contra ella para que desahogara todo lo que le faltara por llorar.

Los papeles se habían revertido, Ximena era la que siempre lloraba, lo odiaba con toda su alma, llorar, se retorcía, se retorcia, se golpeaba la cabeza contra la pared, cualquier cosa para no llorar, pero le era imposible, el era el que la abrazaba y colocaba su cabeza en su hombro, le contaba historias y le enseñaba cosas, como un hermano mayor en sus ausencias, aunque nunca llego a demostrar esos sentimientos con los suyos. 

Su voz siempre la calmaba y dejaba de llorar inmediatamente, aunque a veces tardara mas, pero era esa voz contando historias disparatadas, otras fantasiosas, algunas tristes como picar una cebolla, pero la mayoría d e las veces se quedaba mudo y solo le contestaba sus preguntas, las preguntas que eran causas de sus llantos.
- Ya no la veo, Ximena, ¿tu la vez?
Era la ultima pregunta que Ximena quisiera responder, ver al fantasma de su amiga muerta, penando, afortunadamente no la veía por ningún lado.
- Ella murió feliz, es difícil ver a alguien muerto y feliz.
Tras oír tan dolorosa respuesta su alma se destrozo como una copa de cristal que cayo al suelo, los gemidos de sus llantos sonaron mas fuertes por la ausencia de las vibraciones que causaban las gotas al caer, ahí estuvieron unos minutos que parecieron eternidades, para evitar el llanto, Ximena se puso a cantar una de esas canciones cursis las cuales María acostumbraba a escuchar. El sonido rebotando en las reducidas paredes de aquel cuarto sofocó a cualquier otro que pudiera perturbar el triste momento.

Ese fue el día que marco la vida de Ximena como una mancha de vino tinto sobre una tela de seda.

El cielo estaba nublado, los chicos fueron a la cocina, ella no había desayunado y el no habia dado un mordisco en días, estaba muy débil, Ximena fue por una toalla para que el pudiera secarse y al regresar le sirvió algo de sobras de lo que encontró en el refrigerador, el le recibió la toalla pero no la miro a la cara, el miraba al suelo.
- No fue tu culpa- le dijo Ximena, en ese momento se soltó el “aguacero” como la gente solía decirle a las precipitaciones que caían de repente.
El subió su fría mirada azul, era esa mirada que utilizaba cuando le advertía a la gente que no lo molestara, la niña se sintió algo intimidada, pero sabia que el solo quería ocultar sus sentimientos, era la primera vez que el dejaba ver sus tristezas y necesitaba una mascara.

Ella se sentó en frente de el y lo vio comer, de vez en cuando hacia sonidos con la nariz, en eso llego la madre del muchacho. Ella vio a su hijo sentado en la mesa comiendo, era reconfortante, pues no había visto a su hijo en un buen rato, aunque vivieran en la misma casa, el solo la saludaba cuando ella  se encontraba por el pasillo, siempre se la pasaba en su cuarto, su madre comprendía al muchacho, ella se puso de la misma manera cuando su marido falleció, se oculto de su hijo para que no la viera llorar y desde entonces se convirtió en una fortaleza para sacarlo adelante.
- Ya termine- dijo el chico.
Ximena recogió el plato para lavarlo.
- No te molestes hija, yo lo lavare mas tarde, ¿quieres comer algo?- dijo la señora.
- No gracias, ya comí, pero en serio no es problema.-Dijo Ximena
El muchacho se levanto de la mesa y se dirigió hacia su madre, pero el buscaba la puerta.
- ¡Jorge a donde vas!-grito la mujer disgustada, ya habían sacado a su hijo de su oyó y el iba a huir, ella no quería...
- Voy a salir.-respondió Jorge.
- ¡Tu no vas a ningún lado!-la madre tomo al muchacho del brazo, el chico la miro de una forma que jamás le había visto, era la misma que utilizo para callar a su amiga.
- Lo siento- el chico se soltó y salió de la casa para caminar bajo la lluvia.
- ¡JORGE!- grito inútilmente después de que su hijo saliera de la casa luego rompió a llorar.
Ximena se quedo viendo la cara de la señora, otra vez, “esa cara de perdida”.

...

Paso otra semana, la madre de Jorge no volvió a hablar con su hijo, el regreso a su casa con la misma herida en la frente sangrando, la mirada fría y su rostro congelado como un témpano de hielo, desde entonces el muchacho se empezó a comportar un poco cruel con la gente, regreso a la escuela, pero no hablaba con nadie, ni siquiera en la colonia cuando se encontraba con Ximena a pesar de ser la única a quien le mostró sus tristezas, mas tarde ella se daría cuenta que todo fue para armar su mascara, pero seria demasiado tarde, tal vez solo así no hubiera sufrido tanto…

Un año o dos, sinceramente no recuerdo el tiempo que paso de la tragedia, las cosas casi habían regresado a la normalidad, Ximena fue a visitar a su amigo, pero el ya era todo menos eso, algo había pasado, nadie sabe que, inocentemente, ella toco la puerta, el salió a abrirle, una vez mas, no la miro a los ojos, su cara estaba de perfil y su cuerpo hacia enfrente, en el momento en el que Ximena tomo aire para hablar, el la silencio y le dio la espalda.
- No quiero volver a verte, nunca, por favor, no vuelvas.-finalmente le cerro la puerta en la cara sin nada mas.
La niña se quedo tiesa frente a la puerta, en su mente repasaba las palabras que le iba a decir y después las cambio “solo quería protegerte, como tu lo hacías por mi” únicamente las decía en su mente, pues el no estaba ahí, ella cayo de rodillas, la precipitación se hizo inminente, tanto del cielo como la de sus oscuros ojos, únicamente apoyada por sus puños, lloro en el suelo bajo la lluvia, sollozando esas palabras que dejaron de ser practicadas en la mente, alguien le acercó un paraguas, era uno de los veladores del vecindario, Ximena se fue corriendo, pero la niña se quedo de rodillas en ese portal para siempre.

Jorge se mudo con su madre a otro estado del país donde estaban todos sus parientes , pasaron los años sin que ninguno supera algo del otro y hasta ahora sigue así. Ximena lloro noche tras noche, intento lo de siempre, pero igual seria inevitable, ahora no había nadie quien la consolarla, mas que nunca ella lo necesitaría. De vez en cuando se vio en el espejo, lo único que vio fueron todos “esos rostros de perdida”.

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